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Marzo 13, 2025

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La ciudad en los Andes que fue construida desde cero en 26 meses para reubicar a pobladores que vivían cerca de una mina

Si se desea visitar Huancayo o Cerro de Pasco, es imposible evitar la Carretera Central, una vía caracterizada por sus pronunciados abismos y curvas que instan a los conductores a manejar con precaución. A lo largo del recorrido, los pasajeros pueden disfrutar de una variedad de paisajes y experimentar climas calidos y gélidos, este último se manifiesta al llegar a Ticlio, ubicado a 4.818 m s.n.m.

En este punto, el frío obliga a los pasajeros a abrigarse, y pocos se animan a limpiar las ventanas, que se encuentran empañadas debido a la neblina y las lluvias. Tras dejar atrás Ticlio, se puede vislumbrar el paisaje a través de la ventana.

Los viajeros que partieron de Lima hacia el centro del Perú y se sentaron junto a la ventana izquierda del bus interprovincial o automóvil tienen el privilegio de contemplar la laguna Huacracocha. A pesar de la neblina, es posible admirar este vasto cuerpo de agua que, aunque parece estático, está en constante movimiento.

A medida que el bus avanza, la neblina comienza a disiparse, lo que permite ver algunas de las pocas casas de Morococha que aún permanecen en pie, pero que están deshabitadas. En las calles no hay nadie, salvo algunos mineros. Desde 2012, cientos de familias dejaron este pueblo para mudarse a una nueva ciudad que ya estaba lista para ser habitada, con servicios básicos, infraestructura moderna y espacios de esparcimiento.

El pueblo de Morococha, ubicado a 4.525 m s.n.m., pertenece al distrito de Morococha, en la provincia de Yauli, región Junín. Desde tiempos inmemoriales, es conocida como una localidad minera. Según los archivos de la empresa Cerro de Pasco Corporation, la explotación minera en este distrito data de 1763. Posteriormente, Centromin y Minera Perú Copper S.A. (hoy Minera Chinalco Perú S.A.) continuaron con las actividades mineras.

La ciudad que se construyó desde cero en 26 meses

A solo 15 minutos en auto desde el pueblo de Morococha se encuentra Nueva Morococha, la primera ciudad planificada y construida con infraestructura urbana y servicios públicos, incluso antes de que sus habitantes se mudaran. Debido a la existencia de recursos naturales bajo sus viviendas, cientos de familias se vieron obligadas a reubicarse en esta nueva ciudad, ya que Minera Chinalco planeaba explotarlos.

La empresa implementó un plan de reasentamiento para los pobladores que residían cerca del yacimiento minero, ubicado a 4.750 m s. n. m., como parte de la preparación para la explotación a gran escala del Proyecto Toromocho, uno de los más importantes proyectos de extracción de cobre en Perú.

La Minera Chinalco, a través de su página de Facebook, informó sobre el tiempo que tomó la construcción de la ciudad, así como los espacios e infraestructuras con las que cuenta. “La ciudad fue construida en un periodo de 26 meses, entre noviembre de 2010 y diciembre de 2012, tomando como referencia estándares internacionales”, indicó.

La construcción de la localidad se realizó en coordinación con los residentes, las autoridades competentes y siguiendo estándares internacionales, como informó Rubén Villasante Guerrero, jefe del Proyecto Social Capital Group.

“Definido el sitio y el diseño de la nueva ciudad, las viviendas fueron planificadas con la participación de la población. Se realizaron talleres con los habitantes para asignar las viviendas. Además, en una consulta, descubrimos que querían mantener sus barrios de la vieja Morococha”, expresó Villasante Guerrero en un video publicado en el canal de YouTube de Minera Chinalco.

En Nueva Morococha, se encuentran más de mil viviendas de 105 metros cuadrados, que pertenecen a los antiguos pobladores de Morococha. Muchos de ellos han ampliado sus hogares y han inaugurado negocios en diversos rubros.

Es menester señalar que la moderna ciudad no es un campamento minero. Aunque, a primera vista, puede parecerlo debido a los cascos ubicados en puntos estratégicos de las calles pavimentadas. Lo cierto es que esta percepción cambia cuando se observa el amplio campo de fútbol con césped sintético y pista atlética ubicado en un extremo del lugar.

La ciudad cuenta con espacios para el deporte y el ocio, pero también para la educación. Por ejemplo, dispone de colegios de nivel inicial, primaria y secundario. Además, las madres que tienen bebés pueden realizar otras actividades, ya que hay guarderías disponibles.

A pesar de las modernas infraestructuras, las casas son considerablemente más pequeñas en comparación con los hogares anteriores de los pobladores. Sin embargo, los servicios en Nueva Morococha son superiores a los de la antiguo pueblo, especialmente en lo que respecta al acceso al agua potable, un problema que aquejaba a los habitantes de Morococha.

Sobre las falencias que puedan existir, Aida Gamarra Sánchez, luchadora social y pobladora de Morococha, fue entrevistada por El Gran Angular en 2016, cuatro años después de que los pobladores comenzaran a mudarse a la moderna ciudad.

La antigua Morococha se encuentra en ruinas, ya que sus viviendas fueron demolidas para dar paso a la minería. Desde lo alto, se pueden observar las enormes zanjas donde los mineros trabajan arduamente. La mina a tajo abierto instalada en la zona desplazó a los pobladores, quienes ahora viven en una ciudad moderna, pero esto no garantiza necesariamente el bienestar de todos.

El lado B de la Nueva Morococha

A pesar de las modernas infraestructuras y los espacios de esparcimiento para toda la familia, un sector de los habitantes considera que la localidad está aislada y carece de oportunidades de trabajo. En diálogo con Red Muqui, un poblador de la antigua Morococha comparó el pueblo con la nueva ciudad.

Debido a que el campamento estaba cerca de nuestras casas, se instalaron negocios. Los trabajadores de las minas, con sus esposas, venían. Había movimiento, pero ahora… ¿dónde está el compromiso de Chinalco?”, expresó el hombre, quien prefirió no revelar su identidad.

Rosmery Poma, pobladora de Nueva Morococha, también compartió su opinión en una entrevista con El Gran Angular en 2016, coincidiendo con la apreciación de su vecino. “En los años anteriores había negocios. Uno podía vender café con panqueques y salía a cuenta. También podías lavar ropa. Ahora, acá no se puede hacer eso”, comentó.

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